FUENTES: James Fowler, Ph.D., associate professor, political science, University of California, San Diego; Steven Schroeder, M.D., distinguished professor, health and health care, and director, smoking cessation leadership center, University of California, San Francisco; May 22, 2008, New England Journal of Medicine)
MIÉRCOLES 21 de mayo (HealthDay News/Dr. Tango) -- Cuando una persona deja de fumar, ese triunfo para la salud no ocurre de manera aislada, según muestra una investigación reciente.
Al contrario, parece que cuando una persona deja de fumar puede causar un efecto de onda, haciendo que sea más probable que otros abandonen el hábito.
Si su cónyuge deja de fumar, usted tiene 67 por ciento menos probabilidades de seguir fumando. Si su amigo deja el tabaco, usted tiene 36 por ciento menos probabilidades de seguir encendiendo cigarrillos. Cuando un hermano deja de fumar, su riesgo de fumar disminuye en 25 por ciento y en 34 por ciento cuando un compañero de trabajo en una oficina pequeña abandona el vicio, según un estudio que aparece en la edición del 22 de mayo de la revista New England Journal of Medicine.
"Es como ver fichas de dominó. Si se cae una, hace que otras caigan rápidamente", señaló el coautor del estudio, James Fowler, profesor asociado de ciencias políticas de la Universidad de California en San Diego. "La gente no deja de fumar sola, lo hace en masa".
Entonces, el problema se convierte en cómo llegar a los grupos de fumadores cada vez más pequeños que tal vez se sientan marginados por la sociedad.
"En 1962, no importaba si usted fumaba o no. Pero a partir de mediados de los 80, observamos una creciente polarización y los fumadores fueron empujados al exterior de los círculos comunitarios. Los fumadores ya no están en el centro de los círculos y tienden a tener menos amigos y a estar conectados a menos personas", explicó Fowler. "Aunque hemos tenido un éxito increíble en lograr que la gente deje de fumar, en parte mediante el uso de redes sociales, el lado negativo es que para algunas personas que estamos tratando de ayudar, hemos arruinado sin la intención sus vidas sociales".
Y, señaló Fowler, a medida que los fumadores se reúnen en grupos más pequeños, su mala conducta de salud se refuerza y se hace más difícil de cambiar.
"Tenemos que tratar a la gente en grupos en lugar de como individuos. Tienen que participar los amigos y la familia. Si usted quiere dejar de fumar, intente que sus amigos cercanos y su familia también lo haga", sugirió Fowler.
Usando información del gran estudio Framingham Heart Study, que comenzó en 1948, Fowler y su colega Nicholas Christakis de la Facultad de medicina de la Harvard identificaron las conexiones sociales de 5,124 personas que participaban en el estudio. Encontraron un promedio de 10.4 relaciones sociales por sujeto a alguien más en la red del estudio.
La edad promedio de los participantes del estudio era de 38 y el 53 por ciento era de sexo femenino. Su nivel promedio de educación fue de 1.6 años de universidad. El número de personas que fumaban hacía eco de las tendencias nacionales, con un punto alto histórico de casi 65 por ciento y un punto bajo de 22.3 por ciento. Se recolectó información sobre la conducta de tabaquismo de 1971 a 2003.
Durante ese periodo, los investigadores encontraron que los fumadores y no fumadores comenzaron a formar redes sociales separadas.
"La gente antes tenía la idea de que los fumadores eran los chicos malos pero populares, pero ahora fumar no sólo es malo para la salud física, sino también para la salud social", señaló Fowler.
Los investigadores también encontraron que mientras más educada era la gente, más probable era que influenciaran la conducta de tabaquismo.
Ese es uno de los hallazgos que más preocupan al autor del editorial, el Dr. Steven Schroeder, que dijo que "fumar se concentra cada vez más en las clases más bajas, y en personas que tienen enfermedad mental, y es un riesgo de estigmatización". Esto hace que obtener la ayuda que necesitan le sea aún más difícil, añadió Schroeder, que es profesor distinguido de salud y atención de salud, y director del centro de liderazgo de cesación del tabaquismo de la Universidad de California en San Francisco.
Pero Schroeder apuntó que "no creo que sea una causa perdida" si todos sus amigos y familiares fuman. Otros factores, como el deseo de dejar de fumar de la persona, la salud, el precio de los cigarrillos, las áreas bajo techo donde no se puede fumar, la información de salud sobre lo nocivo que es el tabaquismo, y el mercadeo negativo pueden ayudar a reforzar la decisión de abandonar el hábito.
"La marea está definitivamente cambiando. Hay cada vez más presión social para dejar de fumar, y es más difícil encontrar lugares donde fumar sea socialmente aceptable. Las pruebas científicas siguen acumulándose, y la presión no cesará", aseguró Schroeder.
Fowler apuntó que estos hallazgos también sugieren que dejar de fumar puede tener el beneficio secundario de mejorar el bienestar social, igual que mejora la salud física.
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