Así lo confirman tres estudios que se realizaron en universidades nacionales y privadas. Los hombres son mayoría y en general hay antecedentes familiares. Si bien conocen los efectos del cigarrillo, poco más de la mitad asegura que el médico debe ser un ejemplo. Las cifras y efectos del tabaco
Pese a conocer en detalle hasta los efectos más devastadores que ocasiona el cigarrillo en el organismo, uno de cada tres estudiantes de medicina en la Argentina fuma. Al menos así lo confirman tres estudios realizados en universidades nacionales y privadas del país entre 2000 y 2004, donde participaron miles de alumnos de entre 18 y 30 años.
En el Día Mundial sin Tabaco, el número de futuros médicos con el hábito instalado ya es considerado "alto" por los investigadores. Al parecer, existe una igualdad de consumo entre sexos y todo parece indicar que el origen es cada vez más prematuro: seis de cada diez chicos de entre 12 a 17 años fumaron alguna vez y el 50 por ciento de ellos aún lo hace.
Según el estudio FUMAr (Fumadores Universitarios en Medicina en Argentina), del que participaron el año pasado 12 Facultades de medicina nacionales y privadas, un 34.7% de los 4000 encuestados es fumador.
Si bien consume a diario el 24.5%, casi 8 de cada 10 probaron alguna vez. La investigación incluso determinó que la edad promedio es 22 y en cuanto a la distinción por género los hombres llevan la delantera con el 57%. Al parecer, sólo el 40,6% reconoció haber recibido instrucción sobre el tabaco durante su carrera y el 45,9% indicó que existe restricción del consumo de tabaco en las facultades.
Sin embargo, pese a las ordenanzas que aún mantienen la mayoría de las universidades sobre sitios donde está prohibido fumar, lo cierto es que basta una recorrida por cualquier institución al azar del país para corroborar que miles de estudiantes aún toman apuntes en aulas donde se fuma.
De acuerdo con un estudio realizado en 2003 por la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) entre 600 alumnos de 1° a 6° año, la prevalencia encontrada fue del 33,3% de fumadores activos, en donde el 53,5% correspondía a los hombres y más de la mitad tenía antecedentes familiares. También hallaron que el 35,8% dejaría de fumar para proteger su salud y más del 50% está en contra de las publicidades del cigarrillo.
Respecto de la edad de comienzo, el 20% refiere haberlo hecho a los 16, un 18% a los 18 y un 17% a los 15 años. En tanto que uno de cada cuatro fumó más de 5 cigarrillos por día a los 18, 21% a los 17, un 12% a los 12 años y un 11% a los 19 años.
En cuanto a la cantidad de cigarrillos consumidos por día, la encuesta reveló que el 32% (64 alumnos) fuma hasta 5 cigarrillos, otro 32% hasta 10 cigarrillos, un 15% (30 alumnos) hasta 15 cigarrillos y un 16% (32 alumnos) hasta 20 cigarrillos por día.
Teniendo en cuenta los 200 fumadores activos, el 54,5% (109 alumnos) intentó alguna vez dejar de fumar: el 35,8% de éstos dijo hacerlo para proteger su salud, un 17,84% para ahorrar dinero, 13,8% para dar un buen ejemplo como médico, un 10,8% para no molestar a su entorno y un 8,03% porque comenzó a tener síntomas desagradables. Sólo un 5,7% lo haría por disciplina.
Pese a los datos, el ciento por ciento coincidió que el fumar es perjudicial para la salud y un 86,16% (517 alumnos) que lo es para las personas que se encuentran cerca de alguien que está fumando.
Por otro lado, la investigación de la UNNE indicó que el 76,66% cree que es el médico quien debe convencer a la gente a que deje de fumar. En tanto que un 74,8% consideró que el fumador puede dejar el cigarrillo con voluntad.
Sin embargo, casi 7 de cada 10 estudiantes encuestados reconoció que la mayoría de los fumadores no dejarían el cigarrillo aunque se lo aconseje su médico. También un porcentaje similar indicó que conoce bien los riegos del cigarrillo.
Según la opinión de los investigadores que llevaron adelante la encuesta, Jonás Danilo Hassán, Héctor Marcelo Ramirez, Claudio Adrian Sena y Jorge Ramón Lojo, "si bien tanto médicos como futuros médicos pueden desempeñar acciones para prevenir éste hábito, lo cierto es que otra forma de luchar contra el tabaquismo es incluir estos temas en los planes de estudios de las facultades de medicina al comienzo de la carrera y reforzarlos posteriormente".
Pero también los científicos de la UNNE reconocieron que "este trabajo se demostró que el total de encuestados tienen conocimiento de su riesgo y a su vez un alto porcentaje de estudiantes avanzados siguen en la adicción".
Por su parte, Bartolomé Alberto Lungo, profesor de Neumonología en la Facultad Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) consideró que "los médicos reconocen haber recibido muy poca información entre los contenidos curriculares de grado y refieren necesitar mayor conocimiento con relación al tabaco y enfermedades dependientes. Las exiguas restricciones al consumo que existen en las casas de altos estudios así como en la sociedad en general colaboran con este escenario".
En un artículo de opinión publicado por el diario La Mañana de Córdoba, este especialista dijo que "el 25 por ciento de los cardiólogos, neumonólogos, pediatras y alergistas son fumadores en forma regular a pesar de ser los líderes de opinión en las enfermedades relacionadas al tabaquismo".
Para los profesores de la UNNE, "es importante que el futuro médico conozca no solo las consecuencias sino también la importancia de prevenir, de concientizar al paciente de los peligros y daños que produce el tabaquismo; y que comprenda también como profesional de la salud que debe tener un comportamiento que sirva como modelo".
Sin embargo, un poco más de la mitad de los encuestados por esta universidad está de acuerdo con la idea de que el médico debe actuar como educador y ejemplo en la difícil tarea de combatir el tabaquismo.
Hace 5 años, la Universidad del Salvador (USAL) realizó un estudio similar al de la UNNE y encontró que de un total de 328 encuestados, el 24% era fumador, sin diferencias significativas entre hombres y mujeres.
En esta investigación se detectó que un porcentaje significativo (50%) declaró no haber intentado nunca dejar de fumar. Un 57.9% abandonaría el hábito por una cuestión de "protección de la salud", mientras que un 48,5% lo haría ante la "aparición de ciertos síntomas" y luego un 35,4% "para dar un buen ejemplo a los enfermos" y "a los niños".
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