viernes, 27 de marzo de 2009
jueves, 26 de marzo de 2009
Crueles experimentos de tabacaleras
A pesar de que las organizaciones internacionales de salud saben desde décadas que fumar provoca el 85% de las muertes por cáncer de pulmón, contribuye al cáncer de vejiga, riñón, páncreas y estómago, entre otras enfermedades cancerígenas, la industria tabacalera, en un intento por encontrar evidencias de lo contrario, conduce inexplicables experimentos en animales. Estos experimentos en animales son una distración ya que ratas, ratones, perros, y otros animales no desarrollarán cánceres en sus pulmones como lo hacen los humanos, excepto en contados casos. Las enfermedades relacionadas con el tabaquismo, provienen de estudios epidemiológicos y clínicos en humanos, no en animales.
Ejemplos de "cómo" estudian sus efectos en animales:
*Cortar agujeros en las gargantas de los beagles a través de los cuales los perros son forzados a respirar humo de tabaco concentrado durante todo un año.
*Insertar electrodos en los penes de los perros para comprobar los efectos del tabaquismo en el funcionamiento sexual.
*Atarles máscaras con correas en la cara a ratas, ratones y monos y forzarles permanentemente a respirar el humo del tabaco.
*Forzar a perros a estar en ventiladores mecánicos y exponerles crónicamente al humo del tabaco.
*Inmovilizar a monos rhesus en sillas con dispositivos cerebrales (electrodos o agujas estereotáxicas) y exponerles a nicotina y cafeína para ver cómo la cafeína y la nicotina les afecta a la respiración.
Las compañías tabacaleras han escondido los resultados de estos "experimentos" durante años, tratando inutilmente de morigerar los efectos del tabaco en humanos
lunes, 23 de marzo de 2009
Los estados se fuman la plata
Los fondos gubernamentales para combatir el tabaquismo en América Latina, que mata por año a un millón de personas, empalidecen ante los costos sanitarios de esta epidemia y reciben una pequeña parte de la recaudación fiscal de la industria tabacalera.
Eliminar la publicidad e imponer fuertes cargas fiscales a la industria son las mejores formas de abatir el consumo, recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su Informe sobre la Epidemia Mundial del Tabaco 2008.
En base a datos aportados por más de 150 países, el documento indica que los ingresos fiscales por ventas de tabaco en el mundo superan en 500 veces los gastos ejecutados en programas de lucha contra la adicción, causante de enfermedades mortales.
En el equipo de los más permisivos, Argentina recauda 1.450 millones de dólares, unos 550 millones más de lo asignado a su programa de control del tabaco. A diferencia de sus vecinos, ese país no tiene todavía una ley nacional en la materia, mientras los daños a la salud de los habitantes causan gastos de 2.200 millones de dólares.
Mario Virgolini, coordinador del Programa Nacional de Control del Tabaco del Ministerio de Salud de Argentina, dijo a Tierramérica que la diferencia entre lo que se recauda y lo que se gasta para enfrentar los efectos dañinos del tabaco "marca claramente que resulta más caro a la sociedad atender la enfermedad que evitar el consumo".
"El mayor costo, que es invalorable, es el de las 40.000 muertes al año producidas por el tabaco" en ese país, señaló.
La OMS calcula que un incremento adicional de 10 por ciento en los precios puede hacer descender el consumo en cuatro por ciento. Si ese aumento llegara a 70 por ciento evitaría una cuarta parte de las 5,4 millones de muertes anuales asociadas al hábito de fumar en el mundo.
Gran parte de los países de América Latina han ratificado el Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco, en vigor desde febrero de 2005.
Ese instrumento prohíbe la publicidad y el patrocinio de marcas de cigarrillos a cualquier tipo de actividad, además de desalentar la interferencia de la industria en políticas de salud pública, prohibir el contacto de las tabacaleras con los jóvenes y establecer espacios públicos libres de humo.
Sin embargo, el informe 2008 de la OMS da cuenta de que en el continente americano hay un marcado incumplimiento
El Sistema Panamericano de Información en Línea de Tabaco, de la Organización Panamericana de la Salud, reporta que la industria mantiene la práctica de ofrecer cigarrillos gratis a los estudiantes.
En 2003 casi 11 por ciento de los jóvenes argentinos reconocieron haber recibido cigarrillos por esa vía.
Eliminar la publicidad e imponer fuertes cargas fiscales a la industria son las mejores formas de abatir el consumo, recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su Informe sobre la Epidemia Mundial del Tabaco 2008.
En base a datos aportados por más de 150 países, el documento indica que los ingresos fiscales por ventas de tabaco en el mundo superan en 500 veces los gastos ejecutados en programas de lucha contra la adicción, causante de enfermedades mortales.
En el equipo de los más permisivos, Argentina recauda 1.450 millones de dólares, unos 550 millones más de lo asignado a su programa de control del tabaco. A diferencia de sus vecinos, ese país no tiene todavía una ley nacional en la materia, mientras los daños a la salud de los habitantes causan gastos de 2.200 millones de dólares.
Mario Virgolini, coordinador del Programa Nacional de Control del Tabaco del Ministerio de Salud de Argentina, dijo a Tierramérica que la diferencia entre lo que se recauda y lo que se gasta para enfrentar los efectos dañinos del tabaco "marca claramente que resulta más caro a la sociedad atender la enfermedad que evitar el consumo".
"El mayor costo, que es invalorable, es el de las 40.000 muertes al año producidas por el tabaco" en ese país, señaló.
La OMS calcula que un incremento adicional de 10 por ciento en los precios puede hacer descender el consumo en cuatro por ciento. Si ese aumento llegara a 70 por ciento evitaría una cuarta parte de las 5,4 millones de muertes anuales asociadas al hábito de fumar en el mundo.
Gran parte de los países de América Latina han ratificado el Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco, en vigor desde febrero de 2005.
Ese instrumento prohíbe la publicidad y el patrocinio de marcas de cigarrillos a cualquier tipo de actividad, además de desalentar la interferencia de la industria en políticas de salud pública, prohibir el contacto de las tabacaleras con los jóvenes y establecer espacios públicos libres de humo.
Sin embargo, el informe 2008 de la OMS da cuenta de que en el continente americano hay un marcado incumplimiento
El Sistema Panamericano de Información en Línea de Tabaco, de la Organización Panamericana de la Salud, reporta que la industria mantiene la práctica de ofrecer cigarrillos gratis a los estudiantes.
En 2003 casi 11 por ciento de los jóvenes argentinos reconocieron haber recibido cigarrillos por esa vía.
El humo afecta la inteligencia de los chicos
Las personas fumadoras no sólo exponen su salud a grandes riesgos, sino que dañan la de los demás, en especial la de los más chicos. Un nuevo estudio comprobó que incluso pequeñas cantidades de humo inhalado de segunda mano, puede desmejorar el desempeño de los niños en áreas como las matemáticas, la lectura y en pruebas de razonamiento y lógica. Las conclusiones de los tests realizados para medirles la disminución de la función cognitiva, descubrieron que a mayor exposición del niño al tabaco, peores serán los resultados del análisis.La autora de la investigación, Kimberly Yolton, es profesora asistente de pediatría del Centro de Salud Ambiental Infantil del Centro Médico del Hospital Infantil de Cincinnati y sus colegas recolectaron datos sobre 4.399 niños entre 6 y 16 años, los cuales participaron en la encuesta nacional de revisión de salud y nutrición (National Health and Nutrition Examination Survey). Para determinar la magnitud de la exposición al humo del tabaco, el equipo de Yolton midió los niveles de cotinina (sustancia producida cuando se metaboliza la nicotina) en el organismo de los niños. Analizaron la capacidad cognitiva y académica utilizando porciones de pruebas estandarizadas de inteligencia y logro."Este efecto se mantuvo significativamente incluso a niveles muy bajos de exposición -aseguró Yolton-. En general, hubo una reducción de unos tres puntos en los puntajes de lectura y de dos puntos en los de matemáticas entre aquellos expuestos a los niveles más altos de humo de segunda mano”.
Niños, blancos predilectos
El médico neumonólogo y subdirector del Hospital María Ferrer, doctor Eduardo Schiavi, que "el humo de cigarrillo debido a la combustión, aumenta el monóxido de carbono y modifica a través de las sustancias tóxicas el funcionamiento del sistema nervioso central, la nicotina es un alcaloide con efectos sobre el sistema nervioso central. Por lo tanto existen muchos mecanismos por los cuales puede llegar a perjudicar de modo indirecto al niño"."Estas consecuencias son difíciles de documentar, porque requiere de estudios a largo plazo, diseños experimentales muy buenos, ya que no es fácil poder medir el nivel de contaminación del hogar, para determinar el tiempo de exposición, por lo tanto los resultados son del tipo observacional y no intervencional -aseguró el especialista-. Habría que estudiar cuánto se fuma en el hogar del niño, el grado de ventilación o de contaminación que tiene el chico, situaciones que por lo general son muy difíciles de medir", sostuvo en declaraciones publicadas por Pro-Salud News. Cuánto dura el efectoNo está claro si estos efectos del humo de segunda mano sobre la capacidad cognitiva se establecen durante toda la vida del niño, provocando cambios permanentes en la función mental alterando el desarrollo cerebral o si estas modificaciones son temporales.A pesar de que cerca del 43 por ciento de los niños informó estar expuesto al humo en casa, el 84 por ciento tenía algún nivel de exposición. Los resultados del informe aparecen en la edición de enero de Environmental Health Perspectives.
viernes, 20 de marzo de 2009
Nuevo foro
Estudiantes de Facultad de Medicina han decidido revertir la situacion penosa en que se encuentra su facultad y han dado en crear un foro para dejar de fumar:
http://www.mancia.org/foro/deja-cigarrillo/
http://www.mancia.org/foro/deja-cigarrillo/
martes, 17 de marzo de 2009
Famoso fumador arrepentido
“Esta enfermedad me la merezco, porque yo me la busqué, por ser un arrogante como todos los tipos que fuman”. Roberto Sánchez hizo autocrítica ante una consulta radial. La amarga confesión de Sandro -está en lista de espera para un transplante de pulmón y uno de corazón- fue espontánea. Además dijo que durante su juventud su frase de cabecera era: “no, a mí no me va a pasar nada”. Pero le pasó.
miércoles, 11 de marzo de 2009
Mentiras sobre el tabaco
MENTIRAS SOBRE EL TABACO
Bueno, pues a pesar de todos los efectos negativos las masivas campañas publicitarias de las grandes compañías de tabaco logran imbuir en la mente de muchos fumadores una serie de verdades a medias que en realidad no son más que falacias. Entre las más recurrentes están éstas:-
El tabaco es el peor "vicio" de todos. Las cifras lo demuestran: se cobra en el mundo más víctimas al año que cualquier otra causa de muerte no natural. Provoca el mismo número de muertes que todas las demás drogas ilegales y el alcohol juntos.
Mentira. Si pregunta a cualquier ex fumador la inmensa mayoría le dirá que a poco de dejar el tabaco empezó a sentirse física y mentalmente mejor. Cómo les desapareció la tos, la irritación de garganta, la sequedad de boca y senos nasales, el enrojecimiento de los ojos, la hinchazón del abdomen por acúmulo de gases, el mal olor bucal y corporal... En suma, cómo experimentaron una mejoría notable de su estado de salud y tuvieron nuevas sensaciones placenteras al mejorar significativamente su sentido del gusto al comer y su sentido del olfato. A lo que hay que añadir la sensación de libertad e independencia que supone liberarse de la tiranía de que nuestro "bienestar" dependa de llevar o no tabaco encima.
Otras de las falacias del fumador son las manidas excusas de que "es un vicio muy difícil de quitar" o la de que "ya es tarde para dejarlo". Aunque la más falsa y extendida es la de "en realidad yo no dependo del tabaco y puedo dejarlo cuando quiera". Ninguna de tales afirmaciones es verdad. Lo cierto es que la adicción al tabaco tiene un doble componente. Por un lado, existe una adicción física generada por la nicotina y, por otro, es un hábito de comportamiento porque el fumador ha asociado el tabaco a determinadas situaciones y/o estados emocionales. Precisamente estas asociaciones son más difíciles de romper -aunque se puede- que la propia adicción física. De hecho, los expertos señalan que sólo es posible desengancharse del tabaco cuando se vencen esas asociaciones ya que la dependencia física de la nicotina sólo dura alrededor de una semana.Tenga este dato muy en cuenta a la hora de buscarse excusas.
Bueno, pues a pesar de todos los efectos negativos las masivas campañas publicitarias de las grandes compañías de tabaco logran imbuir en la mente de muchos fumadores una serie de verdades a medias que en realidad no son más que falacias. Entre las más recurrentes están éstas:-
"El tabaco me afecta poco porque casi todo el cigarrillo se consume en el cenicero".
Falso. La verdad es que quien deja quemar el tabaco en el cenicero procurando hacer menos "chupadas" respira mayor concentración de producto cancerígeno porque el humo que se desprende de la porción final del cigarrillo es cualitativa y cuantitativamente más tóxico incluso que el humo que se inhala directamente al fumar.-
"El tabaco me tranquiliza".
Esa sensación se debe a la acción del tabaco sobre el sistema nervioso central pero desaparece en cuanto los niveles de nicotina en sangre disminuyen dando paso al síndrome de abstinencia... lo que lleva a fumar un cigarrillo tras otro. Se trata pues de una excusa absurda porque existen otros métodos para relajarse que no ponen en juego la salud.
-"Los cigarrillos "light" no son tan cancerígenos".
Desengáñese. El grado de satisfacción del fumador depende de la concentración de nicotina en sangre y por eso quienes fuman cigarrillos "light" suelen fumar más. Entre otras cosas, precisamente porque piensan que les hacen menos daño. En 1994 varios senadores norteamericanos denunciaron públicamente que el término "light" debía ser considerado como un auténtico "engaño mortal" y exigieron que se prohibiera el uso de ese término en los cigarrillos así como el de "ultra light". Petición que se efectuó a raíz de un documento que demostraba que los fumadores de los cigarrillos Marlboro Light terminaban ingiriendo mayor cantidad de alquitrán que los que fumaban cigarrillos normales.
-"Algún vicio hay que tener y éste no es el peor de todos".
El tabaco es el peor "vicio" de todos. Las cifras lo demuestran: se cobra en el mundo más víctimas al año que cualquier otra causa de muerte no natural. Provoca el mismo número de muertes que todas las demás drogas ilegales y el alcohol juntos.
-"Dejar de fumar implica disfrutar menos de la vida".
Otras de las falacias del fumador son las manidas excusas de que "es un vicio muy difícil de quitar" o la de que "ya es tarde para dejarlo". Aunque la más falsa y extendida es la de "en realidad yo no dependo del tabaco y puedo dejarlo cuando quiera". Ninguna de tales afirmaciones es verdad. Lo cierto es que la adicción al tabaco tiene un doble componente. Por un lado, existe una adicción física generada por la nicotina y, por otro, es un hábito de comportamiento porque el fumador ha asociado el tabaco a determinadas situaciones y/o estados emocionales. Precisamente estas asociaciones son más difíciles de romper -aunque se puede- que la propia adicción física. De hecho, los expertos señalan que sólo es posible desengancharse del tabaco cuando se vencen esas asociaciones ya que la dependencia física de la nicotina sólo dura alrededor de una semana.Tenga este dato muy en cuenta a la hora de buscarse excusas.
Los fumadores abandonan el hábito en grupos
FUENTES: James Fowler, Ph.D., associate professor, political science, University of California, San Diego; Steven Schroeder, M.D., distinguished professor, health and health care, and director, smoking cessation leadership center, University of California, San Francisco; May 22, 2008, New England Journal of Medicine)
MIÉRCOLES 21 de mayo (HealthDay News/Dr. Tango) -- Cuando una persona deja de fumar, ese triunfo para la salud no ocurre de manera aislada, según muestra una investigación reciente.
Al contrario, parece que cuando una persona deja de fumar puede causar un efecto de onda, haciendo que sea más probable que otros abandonen el hábito.
Si su cónyuge deja de fumar, usted tiene 67 por ciento menos probabilidades de seguir fumando. Si su amigo deja el tabaco, usted tiene 36 por ciento menos probabilidades de seguir encendiendo cigarrillos. Cuando un hermano deja de fumar, su riesgo de fumar disminuye en 25 por ciento y en 34 por ciento cuando un compañero de trabajo en una oficina pequeña abandona el vicio, según un estudio que aparece en la edición del 22 de mayo de la revista New England Journal of Medicine.
"Es como ver fichas de dominó. Si se cae una, hace que otras caigan rápidamente", señaló el coautor del estudio, James Fowler, profesor asociado de ciencias políticas de la Universidad de California en San Diego. "La gente no deja de fumar sola, lo hace en masa".
Entonces, el problema se convierte en cómo llegar a los grupos de fumadores cada vez más pequeños que tal vez se sientan marginados por la sociedad.
"En 1962, no importaba si usted fumaba o no. Pero a partir de mediados de los 80, observamos una creciente polarización y los fumadores fueron empujados al exterior de los círculos comunitarios. Los fumadores ya no están en el centro de los círculos y tienden a tener menos amigos y a estar conectados a menos personas", explicó Fowler. "Aunque hemos tenido un éxito increíble en lograr que la gente deje de fumar, en parte mediante el uso de redes sociales, el lado negativo es que para algunas personas que estamos tratando de ayudar, hemos arruinado sin la intención sus vidas sociales".
Y, señaló Fowler, a medida que los fumadores se reúnen en grupos más pequeños, su mala conducta de salud se refuerza y se hace más difícil de cambiar.
"Tenemos que tratar a la gente en grupos en lugar de como individuos. Tienen que participar los amigos y la familia. Si usted quiere dejar de fumar, intente que sus amigos cercanos y su familia también lo haga", sugirió Fowler.
Usando información del gran estudio Framingham Heart Study, que comenzó en 1948, Fowler y su colega Nicholas Christakis de la Facultad de medicina de la Harvard identificaron las conexiones sociales de 5,124 personas que participaban en el estudio. Encontraron un promedio de 10.4 relaciones sociales por sujeto a alguien más en la red del estudio.
La edad promedio de los participantes del estudio era de 38 y el 53 por ciento era de sexo femenino. Su nivel promedio de educación fue de 1.6 años de universidad. El número de personas que fumaban hacía eco de las tendencias nacionales, con un punto alto histórico de casi 65 por ciento y un punto bajo de 22.3 por ciento. Se recolectó información sobre la conducta de tabaquismo de 1971 a 2003.
Durante ese periodo, los investigadores encontraron que los fumadores y no fumadores comenzaron a formar redes sociales separadas.
"La gente antes tenía la idea de que los fumadores eran los chicos malos pero populares, pero ahora fumar no sólo es malo para la salud física, sino también para la salud social", señaló Fowler.
Los investigadores también encontraron que mientras más educada era la gente, más probable era que influenciaran la conducta de tabaquismo.
Ese es uno de los hallazgos que más preocupan al autor del editorial, el Dr. Steven Schroeder, que dijo que "fumar se concentra cada vez más en las clases más bajas, y en personas que tienen enfermedad mental, y es un riesgo de estigmatización". Esto hace que obtener la ayuda que necesitan le sea aún más difícil, añadió Schroeder, que es profesor distinguido de salud y atención de salud, y director del centro de liderazgo de cesación del tabaquismo de la Universidad de California en San Francisco.
Pero Schroeder apuntó que "no creo que sea una causa perdida" si todos sus amigos y familiares fuman. Otros factores, como el deseo de dejar de fumar de la persona, la salud, el precio de los cigarrillos, las áreas bajo techo donde no se puede fumar, la información de salud sobre lo nocivo que es el tabaquismo, y el mercadeo negativo pueden ayudar a reforzar la decisión de abandonar el hábito.
"La marea está definitivamente cambiando. Hay cada vez más presión social para dejar de fumar, y es más difícil encontrar lugares donde fumar sea socialmente aceptable. Las pruebas científicas siguen acumulándose, y la presión no cesará", aseguró Schroeder.
Fowler apuntó que estos hallazgos también sugieren que dejar de fumar puede tener el beneficio secundario de mejorar el bienestar social, igual que mejora la salud física.
MIÉRCOLES 21 de mayo (HealthDay News/Dr. Tango) -- Cuando una persona deja de fumar, ese triunfo para la salud no ocurre de manera aislada, según muestra una investigación reciente.
Al contrario, parece que cuando una persona deja de fumar puede causar un efecto de onda, haciendo que sea más probable que otros abandonen el hábito.
Si su cónyuge deja de fumar, usted tiene 67 por ciento menos probabilidades de seguir fumando. Si su amigo deja el tabaco, usted tiene 36 por ciento menos probabilidades de seguir encendiendo cigarrillos. Cuando un hermano deja de fumar, su riesgo de fumar disminuye en 25 por ciento y en 34 por ciento cuando un compañero de trabajo en una oficina pequeña abandona el vicio, según un estudio que aparece en la edición del 22 de mayo de la revista New England Journal of Medicine.
"Es como ver fichas de dominó. Si se cae una, hace que otras caigan rápidamente", señaló el coautor del estudio, James Fowler, profesor asociado de ciencias políticas de la Universidad de California en San Diego. "La gente no deja de fumar sola, lo hace en masa".
Entonces, el problema se convierte en cómo llegar a los grupos de fumadores cada vez más pequeños que tal vez se sientan marginados por la sociedad.
"En 1962, no importaba si usted fumaba o no. Pero a partir de mediados de los 80, observamos una creciente polarización y los fumadores fueron empujados al exterior de los círculos comunitarios. Los fumadores ya no están en el centro de los círculos y tienden a tener menos amigos y a estar conectados a menos personas", explicó Fowler. "Aunque hemos tenido un éxito increíble en lograr que la gente deje de fumar, en parte mediante el uso de redes sociales, el lado negativo es que para algunas personas que estamos tratando de ayudar, hemos arruinado sin la intención sus vidas sociales".
Y, señaló Fowler, a medida que los fumadores se reúnen en grupos más pequeños, su mala conducta de salud se refuerza y se hace más difícil de cambiar.
"Tenemos que tratar a la gente en grupos en lugar de como individuos. Tienen que participar los amigos y la familia. Si usted quiere dejar de fumar, intente que sus amigos cercanos y su familia también lo haga", sugirió Fowler.
Usando información del gran estudio Framingham Heart Study, que comenzó en 1948, Fowler y su colega Nicholas Christakis de la Facultad de medicina de la Harvard identificaron las conexiones sociales de 5,124 personas que participaban en el estudio. Encontraron un promedio de 10.4 relaciones sociales por sujeto a alguien más en la red del estudio.
La edad promedio de los participantes del estudio era de 38 y el 53 por ciento era de sexo femenino. Su nivel promedio de educación fue de 1.6 años de universidad. El número de personas que fumaban hacía eco de las tendencias nacionales, con un punto alto histórico de casi 65 por ciento y un punto bajo de 22.3 por ciento. Se recolectó información sobre la conducta de tabaquismo de 1971 a 2003.
Durante ese periodo, los investigadores encontraron que los fumadores y no fumadores comenzaron a formar redes sociales separadas.
"La gente antes tenía la idea de que los fumadores eran los chicos malos pero populares, pero ahora fumar no sólo es malo para la salud física, sino también para la salud social", señaló Fowler.
Los investigadores también encontraron que mientras más educada era la gente, más probable era que influenciaran la conducta de tabaquismo.
Ese es uno de los hallazgos que más preocupan al autor del editorial, el Dr. Steven Schroeder, que dijo que "fumar se concentra cada vez más en las clases más bajas, y en personas que tienen enfermedad mental, y es un riesgo de estigmatización". Esto hace que obtener la ayuda que necesitan le sea aún más difícil, añadió Schroeder, que es profesor distinguido de salud y atención de salud, y director del centro de liderazgo de cesación del tabaquismo de la Universidad de California en San Francisco.
Pero Schroeder apuntó que "no creo que sea una causa perdida" si todos sus amigos y familiares fuman. Otros factores, como el deseo de dejar de fumar de la persona, la salud, el precio de los cigarrillos, las áreas bajo techo donde no se puede fumar, la información de salud sobre lo nocivo que es el tabaquismo, y el mercadeo negativo pueden ayudar a reforzar la decisión de abandonar el hábito.
"La marea está definitivamente cambiando. Hay cada vez más presión social para dejar de fumar, y es más difícil encontrar lugares donde fumar sea socialmente aceptable. Las pruebas científicas siguen acumulándose, y la presión no cesará", aseguró Schroeder.
Fowler apuntó que estos hallazgos también sugieren que dejar de fumar puede tener el beneficio secundario de mejorar el bienestar social, igual que mejora la salud física.
Fuma 1 de cada 3 estudiantes de medicina
Así lo confirman tres estudios que se realizaron en universidades nacionales y privadas. Los hombres son mayoría y en general hay antecedentes familiares. Si bien conocen los efectos del cigarrillo, poco más de la mitad asegura que el médico debe ser un ejemplo. Las cifras y efectos del tabaco
Pese a conocer en detalle hasta los efectos más devastadores que ocasiona el cigarrillo en el organismo, uno de cada tres estudiantes de medicina en la Argentina fuma. Al menos así lo confirman tres estudios realizados en universidades nacionales y privadas del país entre 2000 y 2004, donde participaron miles de alumnos de entre 18 y 30 años.
En el Día Mundial sin Tabaco, el número de futuros médicos con el hábito instalado ya es considerado "alto" por los investigadores. Al parecer, existe una igualdad de consumo entre sexos y todo parece indicar que el origen es cada vez más prematuro: seis de cada diez chicos de entre 12 a 17 años fumaron alguna vez y el 50 por ciento de ellos aún lo hace.
Según el estudio FUMAr (Fumadores Universitarios en Medicina en Argentina), del que participaron el año pasado 12 Facultades de medicina nacionales y privadas, un 34.7% de los 4000 encuestados es fumador.
Si bien consume a diario el 24.5%, casi 8 de cada 10 probaron alguna vez. La investigación incluso determinó que la edad promedio es 22 y en cuanto a la distinción por género los hombres llevan la delantera con el 57%. Al parecer, sólo el 40,6% reconoció haber recibido instrucción sobre el tabaco durante su carrera y el 45,9% indicó que existe restricción del consumo de tabaco en las facultades.
Sin embargo, pese a las ordenanzas que aún mantienen la mayoría de las universidades sobre sitios donde está prohibido fumar, lo cierto es que basta una recorrida por cualquier institución al azar del país para corroborar que miles de estudiantes aún toman apuntes en aulas donde se fuma.
De acuerdo con un estudio realizado en 2003 por la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) entre 600 alumnos de 1° a 6° año, la prevalencia encontrada fue del 33,3% de fumadores activos, en donde el 53,5% correspondía a los hombres y más de la mitad tenía antecedentes familiares. También hallaron que el 35,8% dejaría de fumar para proteger su salud y más del 50% está en contra de las publicidades del cigarrillo.
Respecto de la edad de comienzo, el 20% refiere haberlo hecho a los 16, un 18% a los 18 y un 17% a los 15 años. En tanto que uno de cada cuatro fumó más de 5 cigarrillos por día a los 18, 21% a los 17, un 12% a los 12 años y un 11% a los 19 años.
En cuanto a la cantidad de cigarrillos consumidos por día, la encuesta reveló que el 32% (64 alumnos) fuma hasta 5 cigarrillos, otro 32% hasta 10 cigarrillos, un 15% (30 alumnos) hasta 15 cigarrillos y un 16% (32 alumnos) hasta 20 cigarrillos por día.
Teniendo en cuenta los 200 fumadores activos, el 54,5% (109 alumnos) intentó alguna vez dejar de fumar: el 35,8% de éstos dijo hacerlo para proteger su salud, un 17,84% para ahorrar dinero, 13,8% para dar un buen ejemplo como médico, un 10,8% para no molestar a su entorno y un 8,03% porque comenzó a tener síntomas desagradables. Sólo un 5,7% lo haría por disciplina.
Pese a los datos, el ciento por ciento coincidió que el fumar es perjudicial para la salud y un 86,16% (517 alumnos) que lo es para las personas que se encuentran cerca de alguien que está fumando.
Por otro lado, la investigación de la UNNE indicó que el 76,66% cree que es el médico quien debe convencer a la gente a que deje de fumar. En tanto que un 74,8% consideró que el fumador puede dejar el cigarrillo con voluntad.
Sin embargo, casi 7 de cada 10 estudiantes encuestados reconoció que la mayoría de los fumadores no dejarían el cigarrillo aunque se lo aconseje su médico. También un porcentaje similar indicó que conoce bien los riegos del cigarrillo.
Según la opinión de los investigadores que llevaron adelante la encuesta, Jonás Danilo Hassán, Héctor Marcelo Ramirez, Claudio Adrian Sena y Jorge Ramón Lojo, "si bien tanto médicos como futuros médicos pueden desempeñar acciones para prevenir éste hábito, lo cierto es que otra forma de luchar contra el tabaquismo es incluir estos temas en los planes de estudios de las facultades de medicina al comienzo de la carrera y reforzarlos posteriormente".
Pero también los científicos de la UNNE reconocieron que "este trabajo se demostró que el total de encuestados tienen conocimiento de su riesgo y a su vez un alto porcentaje de estudiantes avanzados siguen en la adicción".
Por su parte, Bartolomé Alberto Lungo, profesor de Neumonología en la Facultad Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) consideró que "los médicos reconocen haber recibido muy poca información entre los contenidos curriculares de grado y refieren necesitar mayor conocimiento con relación al tabaco y enfermedades dependientes. Las exiguas restricciones al consumo que existen en las casas de altos estudios así como en la sociedad en general colaboran con este escenario".
En un artículo de opinión publicado por el diario La Mañana de Córdoba, este especialista dijo que "el 25 por ciento de los cardiólogos, neumonólogos, pediatras y alergistas son fumadores en forma regular a pesar de ser los líderes de opinión en las enfermedades relacionadas al tabaquismo".
Para los profesores de la UNNE, "es importante que el futuro médico conozca no solo las consecuencias sino también la importancia de prevenir, de concientizar al paciente de los peligros y daños que produce el tabaquismo; y que comprenda también como profesional de la salud que debe tener un comportamiento que sirva como modelo".
Sin embargo, un poco más de la mitad de los encuestados por esta universidad está de acuerdo con la idea de que el médico debe actuar como educador y ejemplo en la difícil tarea de combatir el tabaquismo.
Hace 5 años, la Universidad del Salvador (USAL) realizó un estudio similar al de la UNNE y encontró que de un total de 328 encuestados, el 24% era fumador, sin diferencias significativas entre hombres y mujeres.
En esta investigación se detectó que un porcentaje significativo (50%) declaró no haber intentado nunca dejar de fumar. Un 57.9% abandonaría el hábito por una cuestión de "protección de la salud", mientras que un 48,5% lo haría ante la "aparición de ciertos síntomas" y luego un 35,4% "para dar un buen ejemplo a los enfermos" y "a los niños".
Pese a conocer en detalle hasta los efectos más devastadores que ocasiona el cigarrillo en el organismo, uno de cada tres estudiantes de medicina en la Argentina fuma. Al menos así lo confirman tres estudios realizados en universidades nacionales y privadas del país entre 2000 y 2004, donde participaron miles de alumnos de entre 18 y 30 años.
En el Día Mundial sin Tabaco, el número de futuros médicos con el hábito instalado ya es considerado "alto" por los investigadores. Al parecer, existe una igualdad de consumo entre sexos y todo parece indicar que el origen es cada vez más prematuro: seis de cada diez chicos de entre 12 a 17 años fumaron alguna vez y el 50 por ciento de ellos aún lo hace.
Según el estudio FUMAr (Fumadores Universitarios en Medicina en Argentina), del que participaron el año pasado 12 Facultades de medicina nacionales y privadas, un 34.7% de los 4000 encuestados es fumador.
Si bien consume a diario el 24.5%, casi 8 de cada 10 probaron alguna vez. La investigación incluso determinó que la edad promedio es 22 y en cuanto a la distinción por género los hombres llevan la delantera con el 57%. Al parecer, sólo el 40,6% reconoció haber recibido instrucción sobre el tabaco durante su carrera y el 45,9% indicó que existe restricción del consumo de tabaco en las facultades.
Sin embargo, pese a las ordenanzas que aún mantienen la mayoría de las universidades sobre sitios donde está prohibido fumar, lo cierto es que basta una recorrida por cualquier institución al azar del país para corroborar que miles de estudiantes aún toman apuntes en aulas donde se fuma.
De acuerdo con un estudio realizado en 2003 por la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) entre 600 alumnos de 1° a 6° año, la prevalencia encontrada fue del 33,3% de fumadores activos, en donde el 53,5% correspondía a los hombres y más de la mitad tenía antecedentes familiares. También hallaron que el 35,8% dejaría de fumar para proteger su salud y más del 50% está en contra de las publicidades del cigarrillo.
Respecto de la edad de comienzo, el 20% refiere haberlo hecho a los 16, un 18% a los 18 y un 17% a los 15 años. En tanto que uno de cada cuatro fumó más de 5 cigarrillos por día a los 18, 21% a los 17, un 12% a los 12 años y un 11% a los 19 años.
En cuanto a la cantidad de cigarrillos consumidos por día, la encuesta reveló que el 32% (64 alumnos) fuma hasta 5 cigarrillos, otro 32% hasta 10 cigarrillos, un 15% (30 alumnos) hasta 15 cigarrillos y un 16% (32 alumnos) hasta 20 cigarrillos por día.
Teniendo en cuenta los 200 fumadores activos, el 54,5% (109 alumnos) intentó alguna vez dejar de fumar: el 35,8% de éstos dijo hacerlo para proteger su salud, un 17,84% para ahorrar dinero, 13,8% para dar un buen ejemplo como médico, un 10,8% para no molestar a su entorno y un 8,03% porque comenzó a tener síntomas desagradables. Sólo un 5,7% lo haría por disciplina.
Pese a los datos, el ciento por ciento coincidió que el fumar es perjudicial para la salud y un 86,16% (517 alumnos) que lo es para las personas que se encuentran cerca de alguien que está fumando.
Por otro lado, la investigación de la UNNE indicó que el 76,66% cree que es el médico quien debe convencer a la gente a que deje de fumar. En tanto que un 74,8% consideró que el fumador puede dejar el cigarrillo con voluntad.
Sin embargo, casi 7 de cada 10 estudiantes encuestados reconoció que la mayoría de los fumadores no dejarían el cigarrillo aunque se lo aconseje su médico. También un porcentaje similar indicó que conoce bien los riegos del cigarrillo.
Según la opinión de los investigadores que llevaron adelante la encuesta, Jonás Danilo Hassán, Héctor Marcelo Ramirez, Claudio Adrian Sena y Jorge Ramón Lojo, "si bien tanto médicos como futuros médicos pueden desempeñar acciones para prevenir éste hábito, lo cierto es que otra forma de luchar contra el tabaquismo es incluir estos temas en los planes de estudios de las facultades de medicina al comienzo de la carrera y reforzarlos posteriormente".
Pero también los científicos de la UNNE reconocieron que "este trabajo se demostró que el total de encuestados tienen conocimiento de su riesgo y a su vez un alto porcentaje de estudiantes avanzados siguen en la adicción".
Por su parte, Bartolomé Alberto Lungo, profesor de Neumonología en la Facultad Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) consideró que "los médicos reconocen haber recibido muy poca información entre los contenidos curriculares de grado y refieren necesitar mayor conocimiento con relación al tabaco y enfermedades dependientes. Las exiguas restricciones al consumo que existen en las casas de altos estudios así como en la sociedad en general colaboran con este escenario".
En un artículo de opinión publicado por el diario La Mañana de Córdoba, este especialista dijo que "el 25 por ciento de los cardiólogos, neumonólogos, pediatras y alergistas son fumadores en forma regular a pesar de ser los líderes de opinión en las enfermedades relacionadas al tabaquismo".
Para los profesores de la UNNE, "es importante que el futuro médico conozca no solo las consecuencias sino también la importancia de prevenir, de concientizar al paciente de los peligros y daños que produce el tabaquismo; y que comprenda también como profesional de la salud que debe tener un comportamiento que sirva como modelo".
Sin embargo, un poco más de la mitad de los encuestados por esta universidad está de acuerdo con la idea de que el médico debe actuar como educador y ejemplo en la difícil tarea de combatir el tabaquismo.
Hace 5 años, la Universidad del Salvador (USAL) realizó un estudio similar al de la UNNE y encontró que de un total de 328 encuestados, el 24% era fumador, sin diferencias significativas entre hombres y mujeres.
En esta investigación se detectó que un porcentaje significativo (50%) declaró no haber intentado nunca dejar de fumar. Un 57.9% abandonaría el hábito por una cuestión de "protección de la salud", mientras que un 48,5% lo haría ante la "aparición de ciertos síntomas" y luego un 35,4% "para dar un buen ejemplo a los enfermos" y "a los niños".
El Stress y el tabaco
Vivir con estrés, estar sometido a presiones laborales o familiares e inclusive los problemas de pareja, son algunos de los factores que aumentan la posibilidad de fumar y, con ello, de crear la adicción al tabaco.
Las personas consideran que este hábito los hace sentir bien y relajados; sin embargo, el cigarrillo es apenas un medio que ayuda a olvidar en parte algunos trastornos emocionales.
Las personas consideran que este hábito los hace sentir bien y relajados; sin embargo, el cigarrillo es apenas un medio que ayuda a olvidar en parte algunos trastornos emocionales.
La doctora Martha Yáñez Pérez, jefa de Promoción de la Salud y coordinadora de la Clínica del Tabaco de la Unidad de Medicina Familiar número 13, explica que "el fumar aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de colon, gástrico, garganta, mama, riñón y vejiga; tanto en hombres como en mujeres, más de la mitad de los carcinomas son atribuibles al tabaco".
MAS COMPLICACIONES
Otras complicaciones que genera esta adicción, agregó, son la irritación de ojos o garganta, enfermedades de vías respiratorias, bronquitis, sinusitis, gastritis, úlcera, cirrosis hepática e incluso puede llegar a aumentar los niveles de colesterol y triglicéridos.
También incrementa la probabilidad de padecer problemas cardíacos: hipertensión, infartos al miocardio, angina de pecho y accidentes cerebrovasculares.
La especialista Social destacó que debido a que las personas están sometidas a niveles altos de ansiedad, la mente asocia la adicción al cigarrillo con circunstancias emocionales positivas para mejorar sus actos, volviéndose parte de la cotidianidad.
Cabe destacar que entre el 20 y el 50 % de quienes acuden en busca de apoyo a programas de apoyo para dejar el Tabaco, logran superar el reto y dejan de fumar.
Intentando eludir nuestros problemas tan solo los acrecentamos
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