En la actualidad, hablar de cigarrillo no solo implica el humo y el hábito. El mal que genera este vicio es de conocimiento público. Hasta en el reverso de las cajetillas lo ilustran. Los fumadores tienen el sistema inmunológico deprimido. Por lo que, son más propensos a todo tipo de enfermedades. Desde el cáncer hasta enfermedades diarias como la gripe, que van deteriorando progresivamente a la persona.
Por otra parte, el consumo de cigarrillo influye gravemente en el sistema cardiovascular. La Orta, las arterias coronarias y la microcirculación se ven afectadas por la vasoconstricción —estrechamiento de los vasos sanguíneos— que genera la nicotina. Al tener menos inmunología, aporte sanguíneo, de oxígeno y de proteínas se suman las condiciones para el envejecimiento precoz. La piel comienza a verse más tóxica, más deteriorada, menos enriquecida por el oxígeno y, cada vez, con menos posibilidades de mejorar. También resulta interesante destacar que el quirófano no es el mejor lugar para resarcir los embates del tabaco.
Cuando se trata de un fumador la cicatrización tarda mucho más, pues la piel para poder sanar requiere del oxígeno, las proteínas, el aporte de sustancias enriquecedoras y vitaminas, que son los constructores de la argamasa de la célula. No existe alguna crema que aporte los nutrientes que vienen de adentro, de la sangre. Por lo que, la recomendación es siempre dejar de fumar.
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