domingo, 7 de noviembre de 2010
Dejar de fumar por sugestión mental
La hipnosis clínica se ha convertido en un método alternativo para los que buscan ayuda para superar la adicción al tabaco.
Es entrar por la puerta de atrás, dejar de fumar mediante un reflejo inconsciente en el que predominen las sensaciones de asco y rechazo al tabaco. La hipnosis clínica se ha convertido en una técnica a la que cada vez recurren más personas en busca de la estoica victoria contra la adicción; una fórmula centrada en el trastero de la mente, y no en lo estrictamente físico, como serían los parches de nicotina.
Esta terapia no está homologada en España y forma parte de las llamadas medicinas alternativas, aquellas técnicas como la acupuntura o el reiki que se escapan de la ortodoxia clínica. Sus defensores aseguran que es efectiva en "un 90% de los casos", siempre que el paciente tenga la firme voluntad de dejar el tabaco.
La hipnosis en sí, ese método basado en la relajación y la sugestión de la mente, solo es una parte del tratamiento. Se trata de convencer al cerebro y al cuerpo de que el tabaco es "asqueroso" mediante sugestiones hipnóticas, acompañadas del apoyo de la digitopuntura (masajes con los dedos) y de un refuerzo dietético, que consiste en invertir un mes para limpiar el organismo.
"Buscamos crear una disociación: una parte de la persona sabe que está en la camilla, y la otra se asocia a estas sugestiones de asco y rechazo al tabaco", explica Francesc López, de Hipnosis Terapias. La voz monocorde, la repetición del mensaje, la inducción al viaje mental mediante una constante relajación, forman la espiral por la que el paciente cae en este trance de disociación. Es por ello que los mensajes inducidos, aseguran los hipnotizadores, pueden tener mayor calado. Ocurre en la mente cuando se entra en un estado que llaman theta. Es decir, la profunda hipnosis.
El objetivo es que la persona sienta un asco profundo al tabaco en el que caso de que cometa de la imprudencia de volver a ponerse un cigarrillo en su boca. La sensación de placer característica sería por tanto anulada. Para ello, el hipnotizador cuenta con una tabla numérica, que circula del 0 al 10, y mediante la cual va midiendo las ganas de fumar del paciente. El 0, naturalmente, es el objetivo.
La hipnosis se aprende en centros privados, en donde se enseña la teoría y los métodos para inducir al paciente. Sin embargo, dice López, lo más importante es la práctica, ya que es fundamental poder generar con rapidez conexión con la persona.
Afirma que el proceso es tan sutil que la mayoría de pacientes no acaban de creerse que han sido hipnotizados. "Al no dormirse ni perder la conciencia salen con dudas. Pero tienen la evidencia en que no tienen ganas de fumar", dice.
A pesar de todo, la hipnosis ha sido asociada a los espectáculos como una técnica nada sutil. Podemos recordar al hipnotizador que doblega la voluntad de la víctima, y la induce a correr a cuatro patas y a ladrar, para después devolverla a la realidad con cara de susto y buscando una explicación a la malévola carcajada del público.
"Ese tipo de espectáculos han hecho mucho mal a la hipnosis clínica. Convierten en algo morboso y anecdótico lo que es una ciencia y una técnica altamente interesante", asegura López. Lo cual no quita que el hipnotizador de espectáculo no tenga la habilidad de detectar a las personas más sugestionables. "Si se tiene gran preparación se puede hasta hipnotizar a distancia. Es una habilidad, pero dista claramente del objetivo de la hipnosis clínica", sentencia López.
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